Todos los niños tienen la ilusión de tener una profesión en el futuro. Unos dicen que quieren ser policías, otros que médicos, algunos quieren ser maestros y otros quieren ser bomberos. Pero no recuerdo ahora haberle oído a ningún niño decir “de mayor quiero ser escritor”. Es normal. Los escritores no tienen una profesión apasionante que seduzca los intereses de un niño.
Sin embargo, tampoco recuerdo ahora que quería yo ser de mayor. Está claro que fuera lo que fuese no lo he conseguido. Por que soy de esos muchos que trabajan por obligación y no por devoción. Y es mi trabajo el que me permite relacionarme con mucha gente a mí alrededor. Gente a la escucho para luego impregnarme de sus vivencias e ir aprendiendo que la vida, por desgracia, no es un camino de rosas para nadie.