Rss Feed
  1. COMPAÑERA

    05 diciembre 2013

    Hoy es 5 de Diciembre, quizás para la mayoría de vosotros sea un día normal y corriente pero para mí es el recuerdo de un acontecimiento que cambió mi vida por completo.

    Habría que remontarse a un par de semanas antes en la que en una plácida tarde de viernes un señor dejó en casa una agradable carta en la que me llamaban a realizar el servicio militar, y me debía a incorporar a filas en siete cortos días. Una semana me quedaba entre mi vida normal y una nueva vida al servicio de la patria. El destino siempre hace de las suyas, y sabía que de una forma u otra aquello iba a cambiar mi vida para siempre.

    Al leer la carta me sentí vacío, con viente años no había hecho grandes cosas aparte de estudiar y tocar música. Había salido poco y a estas alturas de mi vida no tenía una compañera estable, creo recordar desde la distancia que de toda mi pandilla ya disuelta era el único que aún no andaba con una pareja. Como me quedaba una semana y aprovechando que era viernes decidí que era el mejor momento de salir, sin rumbo fijo, sin saber adonde ir, a la aventura, a buscar amigos y divertirme aunque sólo fuese una noche.

    El destino, como digo, sabe muy bien como hace las cosas y lo que no le sale bien por un lado le sale bien por otro. Aquella noche me encontré con unas amigas en un antiguo disco-bar llamado "La Leonesa", pero aquella noche iba a pasar algo especial. Junto a mis amigas de toda la vida estaba una chica a la que nunca en mi vida había visto. Me llamó poderosamente la atención, no se explicar el motivo, sólo que no era como mis amigas. Cosas de la vida, ves a alguien, te fijas y ya pasas toda la noche pensando en ella. Tanto pensar que quedamos para el sábado en una discoteca junto a mis amigas. Ese sábado sería en teoría el último, ya que al siguiente estaría a cientos de kilómetros vestido de uniforme al servicio de la patria.

    El lunes, cabizbajo, fui a la caja de reclutas a recoger mi "pasaporte" para el servicio militar. Cual no fue mi sorpresa cuando el funcionario me al pedirme el DNI me dijo: "este DNI no corresponde, éste no es usted". Me quedé perplejo, pregunté entonces si me tenía que ir o no a lo que el funcionario me dijo: "No, usted no, la gracia va a ser para el otro que le quedan cinco días para irse a la mili". ¿Adivináis cual fue la primera persona en la que pensé cuando me dijeron ese tajante "no"?. Exacto, en ella.

    María Jesús, ese es su nombre, tardé poco el viernes en reunirme con mis amigas para volver a verla pero aquella noche no vino porque tenía que trabajar, no sería hasta el sábado cuando volvería a verla en la puerta de la discoteca de nuevo, aquella noche tonteamos y bailamos y salimos a pasear un rato. Rato que aprovechamos para hablar y quedar ya en serio para la siguiente semana, el sábado para ser exactos.

    Sábado, 5 de Diciembre de 2013. La Leonesa, el disco-bar donde la conocí 15 días atrás. Había pasado el día pensando en el momento. No había tiempo que perder, yo siempre fui demasiado tímido y la situación me daba un poco de miedo. Había pensado que era la hora de pedirle salir en serio, y sobre las 21:30 de esa fría noche en la puerta de ese disco-bar con mas miedo que siete viejas y mas inseguro de mi como nunca antes en mi vida le expresé mis deseos a los que ella correspondió con un sonriente "si".

    Que os voy a contar que vosotros no hayáis vívido. Mariposas en el estómago, esa es la expresión, ese nerviosismo inquieto que parece que estés tiritando, eso mismo que estoy sintiendo ahora cuando escribo estas palabras.

    Aquella noche la acompañé a su casa, era la primera vez en la vida que yo acompañaba a una chica a solas a su casa, era la primera de tantas cosas. Al llegar a casa mi madre me preguntó de donde venía tan tarde, a lo que respondí serio y orgulloso y con un cierto aire de vanidad: "De acompañar a mi novia". Mi madre quiso preguntar, pero yo me hice el esquivo.

    Hoy hace veintiséis años desde aquella fría noche, la misma fría noche de hoy. Y hoy puedo decir que María Jesús, aquella chica que me encandiló ha sido desde aquel momento mi compañera de viaje. Mi primera y mi única novia, mi mujer, mi esposa, la madre de mis dos maravillosos hijos, la persona que me conoce incluso mejor que yo mismo, la cuna de mis lamentos, el reflejo de mis sonrisas. La persona que soporta mis aficiones cada día, la persona que comprende mis frustraciones cada hora.

    Nadie apostó por aquella relación, todos la abocaron al fracaso. Después de veintiséis años podemos decir orgullosos a todos aquellos que se equivocaron. Después de 9.497 días junto a ella puedo decir orgulloso que sigue siendo la mujer de mi vida.




    Sin ti, este viaje no hubiera sido tan interesante y no habría aprendido tanto junto a ti. Después de veintiséis años que han transcurrido en un suspiro, sólo puedo decirte "Te Quiero".

  2. Ya es Diciembre, el mes mas bonito del año para muchos, Navidad, Paz, Amor, celebraciones, petardos, gente por la calle a todas horas, frío, lluvia, colas, prisas, mas colas, mas prisas, enfados.

    Así es la Navidad, para todos los gustos, incluso para los que no les gusta la Navidad también tienen su parte para quejarse puesto que su entorno de relativa paz se vuelve un entorno hostil lleno de gente, de mucha mas gente que la habitual. De la Paz y el Amor hablaremos luego porque corren malos tiempo para un soñador.

    Los comercios se llenan de colas, colas llenas de gente, impacientes cabecitas que asoman desde la línea fronteriza para atisbar cuanto les queda para llegar hasta el mostrador donde el vendedor/a está atendiendo a cada uno de ellos por riguroso orden de llegada para evitar conflictos. Y no falta por supuesto el que alza la voz y viendo que el vendedor está mas apretado que los tornillos de un submarino suelta al aire un "¿Está usted sólo para atender?".

    El vendedor, normalmente, levanta la cabeza, mira al cliente y opta por seguir a lo suyo o como mucho esboza una forzada sonrisa y dice: "Si, lo siento, estoy yo solo". Y claro, la cola que hasta ahora parecía medianamente controlada empieza a tornarse en un murmullo que clama por la poca falta de personal. El vendedor, cabeza abajo, sigue a lo suyo. Sonrisa y atención, que el cliente no note que estamos un poco quemados a estas horas.

    Y como no, siempre hay un cliente que necesita un poco mas de atención que el resto de los mortales, si hijo si, es que no todos somos tan listos, algunos hay que necesitan que le expliquen lo que están comprando para saber que lo que compran es realmente lo que necesitan. Finalizada la compra del cliente la cola murmurante termina por desesperar ante la pregunta "¿Quiere usted que se lo envuelva de regalo?". Y al vendedor, esa persona amable que durante 11 meses al año atiende con suma paciencia y diligencia se le empieza a torcer la sonrisa y opta por acelerar el ritmo aún a costa de que el cliente no se vaya tan a gusto como en otras ocasiones. Pero la cola manda, y las caras de sus pobladores aún mas.

    Vamos a saltar el mostrador e imaginemos ahora esa compra de última hora que a todos nos surge. Las prisas se apoderan de nosotros y nada mejor que improvisar y lanzarse al centro comercial habitual o mas cercano a realizar esa compra. Sabemos lo que necesitamos, sabemos donde está, así que programamos un tiempo estimado de ida y vuelta. Y llegas al centro comercial y hay una cola que no te la esperabas, y empieza la desesperación mientras pensamos "pero si son las tres de la tarde ¿Quién viene a comprar a estas horas?" Pues todos aquellos a los que le ha surgido esa compra de última hora. Oteamos el horizonte buscando una plaza libre y nada, hay que ir a otra planta a aparcar, con cada maniobra miramos de reojo el reloj para controlar que estamos dentro de los treinta minutos programados. De esos 30 minutos ya hemos invertido 20 en llegar y con suerte aparcar.

    Mientras el vendedor sigue intentando controlar la cola que cada vez está mas agitada llegamos al punto de venta donde está lo que exactamente necesitamos y junto a nuestro artículo, la cola. Y dentro de la cola la gente, y al fondo de la cola, casi invisible, la persona objeto de nuestro deseo, el vendedor.

    El vendedor de vez en cuando levanta la vista para ver como está el panorama y ve a un cliente mirando desmesuradamente su reloj y piensa "otro que pensaba que esto iba a estar vacío", el cliente mira al vendedor y piensa "la hora que es, esto lleno de gente y sólo una persona atendiendo".

    En las colas te encuentras de todo, gente impaciente, gente paciente, gente que acompaña, gente ausente inmersa en las ciberconversaciones de sus smartphones. Gente mayor que necesita sentarse, gente joven que ríe a voces, niños llorando, niños riendo, niños corriendo de un lado a otro sin parar.

    El vendedor y la cola. Aquí es donde entra en juego la paz y el amor, pero por su escasez en momentos de tensa impaciencia. Porque de los treinta minutos que habíamos programado hemos tardado 45 en llegar a la cola, y la cola precisamente no va todo lo rápida que queremos. Y terminamos por perder la paciencia, abandonamos la cola y llegando hasta el mostrador preguntamos con cara de pocos amigos "¿Oiga, está usted solo?" Y el vendedor, ya sin sonrisa, contesta secamente "acabo de decir que estoy yo solo, no puedo ir mas rápido". La tensión se palpa en el ambiente, la cola enmudece ante el cruce de miradas entre el cliente y el vendedor. La megafonía retumba en el interior.

    El vendedor, y lo digo por que lo vivo día a día, no puede hacer nada por no estar solo. El hace su trabajo, y de buena fe les digo que hacemos mas de lo que podemos, nosotros somos los primeros que no queremos colas porque preferimos atender bien que hacerlo con prisas. Porque sin prisas la sonrisa es natural, el saludo es afable y la despedida siempre es agradable. 

    El cliente ve que no va a conseguir nada y retorna hasta su puesto en la cola, ha entendido que la persona que está tras el mostrador no puede hacer nada por mejorar la situación, podrá ir mas rápido o mas lento, pero siempre intentará priorizar la celeridad sin perder la buena atención.

    Llegó la hora, por fin, tras 58 minutos de desesperante espera llegó la hora, el vendedor y el cliente vuelven a mirarse cara a cara, entre ellos sólo está el mostrador. El vendedor siempre rompe el hielo y pregunta por la necesidad del cliente. El cliente explica lo que quiere y raudo y veloz, con mas velocidad de la normal, provee al cliente, empaqueta su regalo y adiós muy buenas. Feliz Navidad y esas cosas y listo. Y el cliente siempre termina por dar las gracias, porque en el fondo entiende que poco puede hacer el vendedor. En muchas de estas situaciones el cliente pide disculpas al vendedor por su actitud a lo que el vendedor responde con otra disculpa por no poder atender con mas rapidez, y ambos se despiden con un cordial saludo.

    La cola, observando atentamente este pacto de concordia, se vuelve a calmar y el murmullo casi deja de escucharse, suenan villancicos en la megafonía, que bonita es la Navidad.

    ¿Han pillado el concepto? 

    Queridos clientes, queridos vendedores, esto es una pantomima exagerada de lo que suele pasar en estas fechas en los comercios. Los que como yo, nos dedicamos al comercio la verdad es que estas fechas para nosotros no representa precisamente un entorno de paz y amor sino todo lo contrario, hay tensión, prisas, caras largas, mucha carga emocional y una extraña sensación. Al final, en estas fechas pasamos mas tiempo con nuestros clientes que con nuestras familias.

    Queridos clientes, queridos vendedores. Pónganse la mejor de sus sonrisas antes de mirarse a los ojos. Las colas serán mas divertidas y al vendedor le apretará menos el cuello de la camisa.



    P.D. Como no voy a poder escribir en todo este mes (me espera una cola para mi solito) aprovecho para desearles una Muy Feliz Navidad en compañía de sus familiares y amigos en la mejor y mas larga de las colas del mas grande centro comercial. 

    Salud y suerte. Se os quiere.



  3. Cuarenta y seis

    23 junio 2013

    Dice un amigo mío que no lo que no hayas hecho antes de los cuarenta y cinco ya no lo harás el resto de tu vida.

    Espero que esté equivocado, porque acabo de cumplir cuarenta y seis y tengo, mas que nunca, la carpeta llena de proyectos a medio hacer, pendientes a corto plazo y pendientes a largo plazo. Proyectos de futuro que de una forma u otra, poco a poco, irán tomando forma y algunos verán la luz y otros, simplemente, se quedarán donde están.

    Hace mucho tiempo, exactamente 18 años, en los que decidí dar un giro a mi vida. Recién casado, con casa nueva, coche nuevo y vida nueva yo era un estúpido al que no se le podía ni mirar a la cara. Un tipo de mirada altiva al que no le gustaba relacionarse con la gente. El primer año de mi matrimonio lo pasé sin pena ni gloria en mi nuevo barrio con mi habitual cara de pocos amigos paseando e intentando pasar inadvertido entre los vecinos.

    Recuerdo aquella tarde como si fuese hoy mismo, el destino te pone las cartas, y si no las juegas te las pone boca arriba para que veas bien como vas a perder la partida.

    Manuela se llamaba la pobre, ya murió, la mas buena del barrio. Siempre tenía un momento para todos. Al cruzar el portal la puerta no cerró del todo y entre ella que no se dió cuenta y yo que me detuve a mirar el correo en el buzón pude escuchar su voz como le decía a otra vecina: "que pena, con lo buena que es María Jesús y se ha ido a casar con este antipático".
    El cielo, con todo lo que tiene dentro, se me vino encima en aquel momento. No me podía estar pasando aquello. A mí, que me sentía envidiado por mi posición. A mí, con trabajo, con futuro. No podía ser.

    Como decía, el destino te pone en tu sitio antes o después. Y a mí me tocó ese día. Y pensé, y medité, y me dí cuenta que en vez de ser envidiado era despreciado por mi forma de ser. Desde aquel día, al pasar por la calle donde vivía sentía las miradas de mis vecinos clavadas en mi espalda diciendo "mira el antipático".

    Y seguí pensando, retrocedí a mi infancia donde tenía amigos a ver donde estaba el punto de inflexión que me volvió un antipático. Y no lo encontré. Así que, lejos de derrotarme, me armé de valor y dejando de lado la vergüenza decidí que era el momento de cambiar, o por lo menos intentarlo, para que la gente que ahora me rodeaba no pensará de mí aquello.

    Poco a poco, lentamente, día a día, fui intentando entablar esquivas conversaciones con el vecindario. Entré en el bar a mezclarme con los parroquianos, intenté hacer amigos o, por lo menos, quitarme el estigma de "el antipático". O por lo menos, morir en el intento.
    Seis años mas pasaron. El día que me mudé a mi nueva casa mis convecinos me hicieron una fiesta por todo lo alto para despedirme. Tan hondo me llegó que aquella noche lloramos juntos mi marcha.
    Mis vecinos de mi antiguo barrio pasaron de verme como un antipático a verme como la persona que siempre fui. Como dijo el psicólogo al que pedí ayuda: "Tienes que hacer que te vean como lo que eres. Un tío chachi".

    Diecinueve años después me toca acercarme ya a los cincuenta. Hoy he recibido mas felicitaciones que nunca, llamadas de teléfono acordándose de mí, SMS (que yo pensaba que ya ni existían), y las redes sociales, como no, llenas de felicitaciones.

    He pasado el día con mi familia, como debe ser un día de cumpleaños. 

    Me llamáis Boss, Jefe, Win, Compañero, Socio. Palabras a las que no encuentro una forma de responder, tanta gratitud, tanta amistad.

    Dicen que un hombre nunca fracasa si está rodeados de buenos amigos.
    Dicen que las personas no cambian, se desenmascaran.

    Y es cierto. Por que hoy me siento querido, arropado, halagado... 
    Vuestra amistad no tiene precio, vuestra gratitud hacía mí es infinita igual que es la mía hacia todos vosotros.

    Así da gusto cumplir años. Sentirse acompañado es muy reconfortante.



    Muchas gracias a todos por vuestra amistad. Muchas gracias, de todo corazón.

  4. Twitterinteracción

    28 marzo 2013

    Llega un día en que alguien te habla de Twitter. Picado por la curiosidad llegas a casa, entras a Twitter y te creas una cuenta. Inmediatamente Twitter te hace recomendaciones que a quién empezar a seguir, y tras concluir algunos sencillos pasos ya eres usuario de Twitter, lo que a pie de calle se conoce como "tuitero".

    Hasta aquí todo bien, pero ¿y a mí quién me sigue?. Ahora hay que labrarse un futuro, empezar a escribir sobre alguna temática en concreto o sobre nada en particular. "Hola, ya estoy aquí", suele ser la frase mas usada para el primer tweet, pero luego nos salta un resorte en el cerebro que te dice "para que escribo si no me lee nadie".

    El usuario de a pie de Twitter habitualmente pasa por unas fases concretas:

    • Abrir una cuenta en Twitter
    • Dejar los primeros tweets
    • Abandonarlo porque nadie nos sigue y por ende, nadie lee lo que escribiremos.

    Pasado un tiempo recordamos que tenemos una cuenta y regresamos a ver si sigue activa después de un estado de latencia, y milagro, ya tenemos algunos que otros seguidores. Y la pregunta es "¿si no escribo nada como es que me siguen?".

    Google ha indexado tu página y por extraños motivos has aparecido el alguna recomendación y algunos usuarios han empezado a seguirte. Ya somos alguien, ya tenemos seguidores. Ahora hay que dar la talla, estar a la altura y empezar a escribir algo interesante.

    Y aquí comienza la verdadera aventura en Twitter. Elegir una temática principal, escribir una biografía en condiciones, quitarnos ese feo huevo del perfil y poner un avatar que nos identifique ante el resto.
    Poco a poco empezamos a tener algunos seguidores mas y ahora comienza la segunda fase, empezar a
    comprender Twitter y sus conceptos.
    Follow, ReTweet, Menciones, Favoritos, Listas, y sobre todo el tan temido al principio "Unfollow"

    Hay que tener claro una cosa, y es lo primero que debemos aprender. Twitter no es recíproco, no tienes que seguir a aquellos que te siguen, aunque al principio se hace como un modo de agradecer que te sigan llegará el momento que tengas que decidir a quien seguir y a quien no.
    Puede que llegue el día que sea un perfil muy relevante en Twitter y tengas cientos de miles de seguidores en Twitter y, obviamente, no puedes seguirlos a todos. Según un estudio se ha demostrado que es imposible leer a mas de 250 seguidores en Twitter.

    Claro que tampoco hace falta leerlo todo, y aunque hoy día Twitter va con nosotros a todas partes gracias a los smartphones es del todo imposible que leamos todos los tweets que publican aquellos a los que seguimos.

    Llegados a este punto hay que distinguir dos grandes grupos de usuarios:

    • El primero y mas importante, aquellos que emplean Twitter para escribir y para compartir  experiencias, fotos, frases, momentos... Y que además interactúan con las menciones que reciben.
    • El segundo son aquellos que sólo buscan un gran número de seguidores y usan el "follow back", el "te sigo, ¿me sigues?" desvirtuando de esta forma la esencia de Twitter.

    Conozco a gente que tiene 50.000 seguidores y que además sigue a 50.000 usuarios. Imposible, no me cuadra, no puedes leer ni responder a 50.000 personas. Pero si nos paramos a analizar su TimeLine te das cuenta que este usuario no interactúa con sus seguidores, básicamente, porque a sus seguidores les importa muy poco lo que escriba.

    ¿Que objetivo puede tener entonces conseguir miles de seguidores? Es fácil, usar tweets promocionados para conseguir algo de dinero. El problema está en como conseguir un gran número de
    seguidores en muy poco tiempo. La solución está en los "bots" que son capaces de enviar el mismo mensaje de petición de seguimiento a un gran número de seguidores evitando así la tediosa labor de escribir lo tweets uno a uno. 


    El spam es un método castigado por Twitter con la suspensión de la cuenta. En esto, la red social de microblogging es clara y tajante, suspenderá toda actividad de aquellas cuentan que sean sospechosas de enviar spam por medios propios o ajenos.

    Por eso, y desde mi modesto punto de vista, debemos evitar en la medida de lo posible incitar a otros usuarios a que nos sigan con multiples menciones.

    Lo que viene a continuación son una serie de consejos extraídos desde mi propia experiencia en Twitter:


    1. Usa un avatar (foto) y una biografía en tu perfil. Está demostrado que si explicas quien eres y que haces lograras un mayor número se seguidores basados en tus preferencias.
    2. No te obsesiones con el número de seguidores. Nunca caigas en la guerra de cifras, valen mas 100 seguidores que te lean, que 10.000 seguidores que no lean lo que escribes.
    3. Interactúa con tus seguidores en la medida de lo posible. Cuantos mas seguidores tienes será mas dificil, pero nunca dejes de hacerlo. Tus seguidores te lo agradecerán siempre.
    4. No copies los tweets de otro usuario, para ello usa la herramienta "retweet". Así darás a conocer a otro potencial seguidor a tus seguidores.
    5. No abuses del spam de tu página web o blog. Poner algunos links es válido, pero si eres muy activo y pones varios puede que tus seguidores dejen de dar relevancia a aquello que escribes.
    6. Piensa muy bien lo que escribes. 140 caracteres son lo justo para expresar una idea o para crear un malentendido.
    7. Cuida la ortografía y la correcta edición de los mensajes, Twitter no es un método de envio de SMS. Si tu idea no cabe en un Tweet, emplea los que necesites. 
    8. Comparte todo aquello que consideres interesante, no se trata sólo de hablar de un tema concreto. Tus seguidores sabrán mas sobre tí y sobre tus gustos. Pero tampoco satures el TimeLine contando todo lo que haces a cada momento. Queremos saber de tí, pero no queremos saber que hacer cada momento en tu vida.
    9. Usa las listas en la medida de lo posible para encuadrar usuarios y gustos. Aunque esta opción no es obligatoria si es muy recomendable si sigues a un número considerable de personas.
    10. Sigue a quien consideres de debas seguir, nunca te veas en la obligación de seguir a nadie por el motivo de ser tu amigo, tu compañero... Sigue a aquellos que tengan cosas interesantes para tí. Harán que tu TimeLine sea mucho mas agradable de leer.

    Este decálogo que acabo de dejaros está basado en mi corta experiencia en Twitter, llegué en 2009 y he pasado por todo esto que os he expresado. No soy amigos de dar consejos por aquello de "consejos vendo y para mí no tengo". Pero creo que siempre hay un momento para pararse a reflexionar y hoy ha sido ese momento.



    Sobre todos los consejos destacaría el que yo considero mas importantes. Interactuar, compartir, conversar. No sentirse nunca un "divo" de Twitter ni pretender ser un "snob", estos menesteres ya los hacen otros mejor que nosotros y son ellos a los que no debemos parecernos.

    Twitter es una estupenda herramienta para compartir ideas y conocimientos. Un medio donde conocer y darnos a conocer. Hagamos entre todos un Twitter mejor.


  5. Todos los niños tienen la ilusión de tener una profesión en el futuro. Unos dicen que quieren ser policías, otros que médicos, algunos quieren ser maestros y otros quieren ser bomberos. Pero no recuerdo ahora haberle escuchado a ningún niño decir “de mayor quiero ser escritor”. Es normal. Los escritores no tienen una profesión apasionante que seduzca los intereses de un niño.

    Sin embargo, tampoco recuerdo ahora que quería yo ser de mayor. Está claro que fuera lo que fuese no lo he conseguido. Por que soy de esos muchos que trabajan por obligación y no por devoción. Y es mi trabajo el que me permite relacionarme con mucha gente a mí alrededor. Gente a la escucho para luego impregnarme de sus vivencias e ir aprendiendo que la vida, por desgracia, no es un camino de rosas para nadie.

    Hace tiempo tuve la suerte de conocer a una persona que entró a trabajar en el departamento donde yo por entonces realizaba las funciones de contable. Una chica que nada más verla supe que era distinta al resto de los que allí ya llevábamos un tiempo. Una chica que no tenía la misma forma de ver la vida como la tenemos el resto de los mortales. Yo, como siempre, cada vez que hay una persona nueva en el departamento, intento entablar conversación para ir conociendo como es, que le gusta, a que se dedica y sobre todo, saber que espera de la vida. Aunque no doy la impresión de simpático, ya que todos me dicen que soy muy serio (todo mentiras) y que cuesta entablar una relación conmigo dado el semblante serio que mi rostro refleja, me gusta conocer el “lado místico” de la gente que me rodea. Dicho de otro modo, mas que observar su aspecto físico, a mí me gusta observar el alma de las personas y sus sentimientos.

    Así conocí a Silvia. Un alma cautivadora. Una persona de un encanto especial que hace que cuando hablas con ella vuelvas a recordar que somos personas humanas y que tenemos un corazón al que cuidar y un espíritu al que alimentar. Silvia es de esas personas que contagian esa magia especial que tienen las personas que sin saber muy bien el terreno que pisan, tiene muy claro a donde quieren llegar. Aún puedo oír su voz diciendo “a mi realmente me gustaría ser escritora”. Yo la animaba una y otra vez para que no se olvidara de aquello, para que escribiera. Por que yo sabía que algún día llegaría a ser una gran escritora.

    Mi vida, ya organizada, no me permite relajaciones de ningún tipo. Pero recordé que a mi también me gustaba escribir y retomé la afición de nuevo. Me puse manos a la obra y de nuevo frente a mi ordenador comencé a escribir. Primero una letra, luego otra. Ya tenía una palabra y luego dos. Por fin la primera frase, luego otra y un párrafo completo. Y otro mas a continuación, casi una página y luego la siguiente. La euforia hacía que las palabras comenzarán a fluir una tras otra. De nuevo otra página me colocó en el centro del relato. Ya no podía parar, había que buscar un desenlace. El primer relato casi estaba a punto de caer. Repasaba lo escrito, mejor no tocar nada, así ya estaba bien. Por fin, el final. Tres tristes páginas daban punto y final a un relato que hablaba de una amiga de la niñez. Una tal Soledad que de mayor quería ser artista.

    Pasó el tiempo tan rápido que ni me enteré de el día que Silvia se fue a trabajar en algo mas acorde a sus tendencias. No era lo que le hubiera gustado, pero por lo menos estaría mas a gusto que con su anterior ocupación. Silvia empezó a escribir columnas de opinión en el diario local. Diario que yo compraba día tras día para leer su opinión. Hasta que un día, su columna desapareció sin previo aviso. Pasaron los días y ya no podía leer nada. Incluso llamé al periódico para interesarme y lo único que me dijeron es que ya no le interesaba lo que hacía y dejó de colaborar con ellos.

    Los años transcurrieron mansamente. Nada nuevo alrededor. La monotonía cotidiana era a veces suplantada con mis arrebatos de escritor amateur. Textos llenos de letras. Líneas llenas de pasión. Textos que pacientemente iba recopilando en mi ordenador y que pasado el tiempo leía sin prisas al calor de la chimenea para recordarme que a mi de mayor, me hubiera gustado ser escritor.

    Cierto día de verano, de esos de calor abrasador, recibí una invitación para una presentación de un libro. ¿Quién estaría interesado en que yo acudiera a la presentación de una obra literaria? De todas formas aquel día no tenía nada mejor que hacer, así que decidí tomarme un respiro y acudir a la cita. A una cita formal hay que acudir de una manera formal. Así que con traje de chaqueta me dispuse a asistir a la presentación. ¿Quién sería aquella persona que me invitaba de puño y letra a la presentación de su primera obra?

    El lugar elegido era un pequeño salón de actos de una entidad bancaria. Un sitio sobrio pero acogedor. Pocas personas y ninguna conocida. Mejor, así no tendría que andar saludando a unos y otros. Ya no podía esperar mas, tenía que saber de quien se trataba y me dirigí a la mesa donde se sentarían los contertulios a presentarnos la obra para ver de que manera podía averiguar quien era el autor de la obra.

    Exactamente, tal y como pensáis se trataba de Silvia. No me lo podía creer. Había conseguido su propósito, llegar a escribir su primer libro. Y me había invitado. Y aunque el acto en sí no fue muy largo me pasé el tiempo mirando como hablaba de su obra sin ni siquiera atender a sus palabras. 

    Luego, durante el pequeño ágape que nos ofrecieron tuve la oportunidad de saludarla tras años sin verla. Traía una copia de su obra entre sus manos y sin mediar palabra me la ofreció abriendo la portada y dejando entrever unas palabras manuscritas. La felicité y leí aquello que había plasmado en la dedicatoria de la obra. 

    Primero una letra y luego otra, una palabra y otra a continuación, una frase, un párrafo y ya no puedo parar de escribir”.



    Lo mismo que tantas veces le dije cuando me comentaba que veía muy difícil aquello de empezar a escribir. Su primer libro, que no fue el último por supuesto. Luego hubo muchos más. Todos escritos con la misma pasión. 

    La pasión que la llevó a conseguir su sueño, por que Silvia, de mayor, quería ser escritora.


    DEDICADO A UNA COMPAÑERA DE TRABAJO QUE UN DIA NO MUY LEJANO LLEGARA A SER LA MEJOR ESCRITORA QUE NUNCA HAYAIS CONOCIDO.

Con la tecnología de Blogger.